Es bien sabido que en esta ciudad todos los temas importantes pasan por el rasero político. Recién hace un año fueron las elecciones presidenciales y ya todo mundo enfoca sus baterías al 2012. Patético…
Es el caso del anuncio de Marcelo Ebrard de la construcción de la Torre del Bicentenario, la cual tendrá 70 niveles y será la más alta de América Latina y pretende ser en palabras del mismo Ebrard “El inicio de de una nueva generación de edificios autosuficientes y de alta tecnología en la ciudad de México”.
El asunto no pinta fácil para el gobierno capitalino, han salido al paso varios obstáculos que auguran por lo menos un complicado futuro a la Torre Bicentenario.
Como primer escollo, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), advirtió que buscará impedir la destrucción del inmueble donde se pretende construir la Torre, por tener un valor artístico relevante. Hay que recordar que en el lugar se encuentra el Súper Servicio Lomas, del arquitecto ruso Vladimir Kaspé, que en 1948 diseño este edificio que alberga una gasolinera, locales comerciales, salón de eventos, y una concesionaria de automóviles.
En segundo lugar, la Delegación Miguel Hidalgo es la única que no es gobernada por el PRD, sino por la panista Gabriela Cuevas, quién ya encabeza un frente contra la construcción de la Torre.
En tercer lugar el uso de suelo de la zona, solo permite construcciones de hasta 20 metros, no de 300… Lo cual no sería un problema, pues la Asamblea legislativa del D. F., tiene facultades para cambiarlo.
Así el futuro de la Torre, que se asemeja a dos pirámides invertidas y diseñado por el arquitecto holandés Rem Koolhaas, ganador del Premio Pritzker en 2000 (algo así como el Nobel en arquitectura), no parece muy halagüeño.