Cuando se lanzan campañas de desprestigio contra cualquiera me causa cierto pesar, pero cuando estas campañas sin fundamentos se enfocan contra mi alma mater, el pesar se convierte en indignación. Es el caso de la súper computadora Kan Balam, de la cual ya hemos habaldo en anteriores ocasiones, adquirida por la UNAM hace algunos meses y que es actualmente la más potente de México y toda América Latina.
Al día lunes a través de Twitter enlazaban un artículo plagado de errores e inconsistencias donde citaban fuentes internas para aseverar que Kan Balam se había quemado en un 75% de su capacidad, dejándola prácticamente inservible. Se afirmaba también que el proceso de licitación de la computadora había estado plagado de irregularidades que debían ser investigadas, que había habido un incendio en las instalaciones donde esta alojada la súper computadora y que “sospechosamente” a los especialistas se les estaba negando a el uso de la máquina.
No voy yo a realizar una defensa de la universidad y las autoridades involucradas que para ello se bastan solas. Lo que puedo decir es que el mencionado reportaje recurre a viejas técnicas alarmistas para llamar la atención. El cabeceo de la nota es infame: ““Se quema” la supercomputadora de la UNAM”. Me recuerda al típico ejercicio periodístico de poner a 8 columnas “¡Pedro Infante no ha muerto!” y en la parte inferior con una fuente apenas legible se puede leer: Vive en nuestros corazones. Hace tiempo y aún ahora ¿No se nos culpaba a los bloggers de falta de rigor periodístico y ética?
Tras la argumentación del extenso artículo, al que poca gente llega, se encuentra a modo de derecho de replica una entrevista al Dr. Alejandro Pisanty, director de Cómputo en la UNAM, respondiendo puntualmente cada uno de los argumentos esgrimidos en el reportaje de marras.
Como siempre queridos lectores, dejo a ustedes sacar sus propias conclusiones.
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