Voy a escribir sobre un tema que seguramente me dejará varias mentadas de madre, pero ni modo. En esta ocasión mi atención la ocupa uno de los programas más deleznables de los que tenga memoria, aún por encima del circo de Los Chicharrines, El espacio de Rogelio Moreno o del Tío Gamboín .
Se trata de Cantando por un sueño, aunque mejor le hubiera llamado: lucrando con la desgracia ajena. Un programa atroz donde un soñador es acompañado por un famoso, a los que apadrina y adiestra un cantante seudo famosillo.
La mecánica es muy simple, remover las fibras más intimas del espectador por medio del chantaje emocional de la desgracia del soñador o su representado. ¿Acaso es que alguien cree que a Televisa le importa un carajo la desgracia ajena?
Lo peor y más patético son el tipo de encuadre y closups a los defectos más evidentes de los concursantes. Recuerdo ahora como a una chica débil visual con una catarata en el ojo, los closeups eran constantes al perfil de su ojo malo. Otro concursante más víctima de la polio, creo que fue el ganador, las tomas se hacían para resaltar su discapacidad.
En serio, creo que este tipo de programas no deberían existir. Es increíble como en aras del rating se vale de todo. Como Televisa nunca pudo contra la Academia, sin duda han encontrado el formato idóneo, no importa que para ellos tengan que lucrar con el dolor ajeno.
Actualización
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Lo reconozco me excedí, ni Rogelio Moreno, ni los chicharrines y mucho menos el Tío Gamboín, merecen que se les compare con la basura que es Cantando por un sueño.