Muchos diseñadores aún tenemos grabada en mente esa premisa que nos metieron en la escuela a golpe de tanto repetirla de que el cliente siempre tiene la razón. Nuestra labor como diseñadores es de alguna forma orientarlo y convencerlo de la mejor solución a su problema aunque a veces no sea de su completo agrado, se supone que por eso nos contrato.
En lo personal recomiendo no trabajar con clientes sordos. Pagan mal (si pagan) y al final el diseño que hagamos no será efectivo y nos culpará a nosotros.
Esta genial frase de Von R. Glitschka resume de manera magistral lo que quiero decir:
“El cliente podrá ser el rey, pero no es el director de arte…”