Hace algunos días @Gustavoarizpe escribió un artículo sobre la siembra de comentarios que algunas agencias venden como campañas de marketing de guerrilla digital a sus clientes. Una joya de post, en verdad lo recomiendo.
Este tipo de prácticas no son nada sanas para nadie, primero que nada para las marcas, su reputación que es lo más valioso que tienen queda bastante en entredicho, en segundo lugar sus audiencias no son estúpidas, ni merecen ser tratadas así. En tercer lugar basta que el blogger banne la dirección IP del sembrador de comentarios para que este no pueda volver a comentar jamás, claro, siempre habrá maneras de evitar esto, pero ya implica maniobrar más y tiene un costo operativo extra. Por último, este tipo de estrategias no sirven para mucho, vaya, ni para SEO, pues los links en comentarios llevan el atributo “nofollow“.
Lo anterior sin mencionar la falta de ética detrás de este tipo de prácticas que lamentablemente han proliferado. No hay agencia que no trate de colarle este servicio a sus clientes. A pesar de que hemos puesto como ejemplo al señor Luis Anaya (A saber si existe la persona o sólo es un alias), podemos encontrar este tipo de comentarios por doquier, desde foros especializados hasta grandes medios, pasando por portales y blogs.
Actualmente podemos encontrar varios ejemplos de una pésima gestión de marca online, así que el consejo no viene mal a las dos partes involucradas: Marcas y agencias, por favor, no siembren comentarios en blogs. Al final del día no sirven para maldita la cosa. En su lugar esos mismos recursos materiales y humanos pueden dedicarse a investigación y a crear contenidos de calidad que realmente hagan que la gente tenga una percepción positiva de su producto y sean ellos mismos los que de manera natural te mencionen.
Pugnemos por crear una industria del marketing online ética y saludable, vendamos servicios que realmente le den a nuestros clientes resultados medibles y claros. En este blog estamos en contra de los “vende humo” que tanto daño están causando.
Hasta aquí mis dos centavos, y usted amable lector ¿Qué opina?