Este artículo se publicó originalmente en la sección Voy derecho y no me quito del periódico el Nuevo Mexicano, medio en el que colaboramos semanalmente con artículos de opinión relativos a Internet, el diseño y Social Media.
Una de la premisas de la Web Social es compartir; experiencias, fotos, vídeos, documentos, lo que hacemos, comemos, y a donde vamos. Del cúmulo de experiencias que subimos a Internet, no es extraño compartir contenido índole sexual, lo peor es que se hace de manera voluntaria y a veces concensuada. Al envío de contenidos eróticos o pornográficos a través de teléfonos móviles se le conoce como Sexting (contracción de sex y texting).
Debemos ser conscientes que publicar estos contenidos, aún en privado, siempre lleva el riesgo de que se dispersen sin control, sin que el dueño pueda hacer nada al respecto. La naturaleza de las redes sociales, hace que sea complicado rastrear como la información fue subida, resultando casi imposible de borrar.
Situaciones así marcan de modo definitiva la vida de las víctimas de este tipo de prácticas, viéndose afectados en su desarrollo personal a extremos tan graves de devastar su vida, especialmente en jovencitas que han llegado incluso a intentar suicidarse, cuando se encuentran con la cruel realidad de no poder controlar la circulación de imágenes que de modo ingenuo compartieron con algún conocido.
Una de las mejores herramientas contra esta problemática, es la educación y plantear a los jóvenes que sean conscientes de las consecuencias de compartir imágenes de índole sexual, pero sobre todo mantener su privacidad a salvo. Recuerda que sí subes tus imágenes y vídeos, pronto serán de dominio público, y tu ya no tendrás el control.
Imagen cortesía de Fotolia.
