Este artículo se publicó originalmente en la sección Voy derecho y no me quito del periódico el Nuevo Mexicano, medio en el que colaboramos semanalmente con artículos de opinión relativos a Internet, el diseño y Social Media.
Originalmente, el flyer es una octavilla o media carta. Sin embargo su nombre proviene de fly: volar, y hace referencia a esos primeros volantes que eran tirados por avión durante la segunda guerra mundial con fines propagandísticos, en una época en la cual la impresión había alcanzado un nivel tecnológico suficiente para permitir la impresión a gran escala.
En las guerras modernas, el flyer sigue siendo una arma de propaganda importante para la mercadotecnia no tradicional. Ahora en forma de piezas publicitarias repartidas en grandes cantidades a los clientes o consumidores que circulan a pie y que son usadas para anunciar eventos, productos o servicios de las empresas. Su mensaje debe ser breve y conciso, lo que lo diferencia del tríptico y del folleto, aunque es sabido que el volante es un tipo de folleto breve.
Aunque sus detractores afirman que su tasa de respuesta es baja, pues se suele distribuir de manera masiva y sin segmentación alguna, este tipo de publicidad de bajo coste, usualmente impreso en papel de poco gramaje, resulta muy práctico para ser repartido en las calles o casa por casa y hasta la fecha es empleado por las empresas como herramienta cuando no se posee el presupuesto para la compra de medios masivos. Así que ¡Larga vida al flyer!