En las entradas anteriores he hablado un poco de la importancia que pueden tener las redes socales en las campañas políticas y sobre el perfil del internauta mexicano. En esta ocasión y en una serie de 2 entradas quisiera compartir algunos de los puntos más relevantes del caso más emblemático en el uso de redes sociales en una campaña presidencial: la campaña presidencial de Barack Obama en 2008.
Sin embargo, esta primer entrada hablará un poco de la situación general y diferencias sustantivas que guardan ambos países para poder comprender en mejor término cuáles son los alcances y diferencias primordiales que deben tenerse a la hora de delimitar los alcances y objetivos de una campaña digital en México bajo la premisa, al parecer no tan obvia que más allá del tema del acceso a internet, México no es Estados Unidos.
El primer tema a considerar es la configuración demográfica y social de ambos países. En México la población no es demasiado diferente en cuanto a etnias al ser un pueblo predominantemente mestizo. Sin embargo, aproximadamente un 12% de la población nacional es indígena con sus respectivas diferencias lingüísticas, culturales y otras características particulares. Estados Unidos en cambio, tiene una población étnica sustantivamente más diversa por la gran cantidad de migrantes que ha recibido y que forman grupos sociales claramente diferenciados con demandas y características particulares. El porcentaje étnico de grupos distintos al predominante blanco de origen europeo, es de aproximadamente el 30% de la población total, es decir, alrededor de 90 millones.
Aunque estos números parecerían no decir mucho de primera instancia, son relevantes a la hora de hacer campaña para definir proyectos electorales y de gobierno en específico. Entre más diverso sea un país es más difícil crear un tema de campaña que logre enganchar a una mayoría significativa, hecho que obliga a tener un discurso electoral muy general y crea la necesidad de generar una estrategia que incluya de manera particular a los diferente grupos.
Aunque pareciera que México es un país bastante más homogéneo que Estados Unidos hay que decir que no es así, ya que en México existen grandes diferencias entre los mexicanos; sin embargo, éstas no se encuentran en las diferencias étnicas sino en temas mucho más delicados y limitantes: la desigualdad y la pobreza. Aunque en Estados Unidos también existente desigualdades y pobreza (en muchos casos también ligadas a la cuestión racial), éstas no son tan profundas ni arraigadas como sucede en el caso mexicano. Dentro de las desigualdades que enmarcan el caso mexicano se encuentran en general el acceso a todo tipo de servicios, desde salud, educación, y desde luego, el acceso a internet. En el caso de la pobreza, ligada más al tema del ingreso encontramos que en México existen alrededor de 45 millones de pobres, pero para no sonar excesivamente alarmistas en este momento consideremos solo los 12 millones que viven en la más extrema de ella ligada a la imposibilidad o dificultad para adquirir lo necesario para comer.
Este primer tema acerca de las diferencias genéricas de ambos países es importante para comprender el segundo gran tema: el del ciudadano y la política.
Aunque no es nada nuevo decir que Estados Unidos tiene una democracia más sólida que la mexicana, hay que tener en cuenta algunas de las razones. La que más más nos importa en este momento está ligada al nivel participativo de su ciudadanía. En el caso norteamericano este nivel es más elevado por dos motivos principales: el primero, es el tema cultural y el arraigo que la democracia tiene en ese país al no sufrir períodos de autoritarismo a diferencia de México que vivió un largo período no democrático; y el segundo no menos importante está ligado con la desigualdad y pobreza.
Pero ¿por qué la desigualdad y pobreza influiría en el desarrollo participativo de la gente? La respuesta no es tan obvia, pero para ser un ciudadano en toda la extensión de la palabra (en cuanto a la participación de los asuntos comunes) es necesario ser independiente de las necesidades del cuerpo. En otras palabras, para poder ser un ciudadano con todo lo que esto implica, es necesario tener las necesidades más elementales cubiertas, desde comer, hasta un techo donde vivir y una forma que garantice la subsistencia el día de mañana. La ciudadanía implica una situación de igualdad y libertad, que solo es posible teniendo estas condiciones resueltas. Si bien en Estados Unidos también existe pobreza, ésta no está en los niveles mexicanos y por tanto los ciudadanos estadounidenses están en mayor condición de participar en sus asuntos públicos. En México esta situación es diferente, lo cual obliga a varios millones de mexicanos a ver las elecciones como una posibilidad de obtener algo más allá de la satisfacción o el deber “ciudadano” de ir a votar. Esta situación la conocen a fondo los partidos políticos y lo aprovechan fomentando acciones lamentables muy concretas que ocurren en todos lados: la compra de votos por despensas, dinero o cualquier otro beneficio inmediato.
Estos dos elementos son los que dictaminan a mi parecer las dos diferencias sustantivas entre México y Estados Unidos y que deben siempre tenerse en cuenta a la hora de diseñar, comparar y sobre todo tratar de aplicar una estrategia de campaña digital. En resumen, México no es Estados Unidos, tienen diferencias particulares en sus poblaciones y características sociales que impiden extrapolar tal cual la estrategia de campaña de Barack Obama en 2008, sin embargo, se puede hacer mucho en la materia y en las próximas entradas trataré algunas de las opciones para el caso particular mexicano.
En la segunda parte de esta entrega los elementos principales de la campaña presidencial de Obama.