Se han presentado innumerables páneles y discusiones al respecto del valor de las empresas de medios sociales – llámese social media para aquellos que nos gusta un poco el tema de mezclar inglés con español -. He escuchado comentarios, leído notas e incluso escrito sobre un eventual estallido de la burbuja de los medios sociales, y sin embargo, seguimos avanzando en un terreno minado parecido al que se presentó antes del estallido de la burbuja de las punto com hacia finales de la década de los 90s.
Explico recordando: Hacia los 1998 y 1999s las punto com – retomo término en inglés, las dot com – habrían empezado a abundar, modelos de negocio basados en la cantidad de usuarios que una u otra empresa podrían tener, valuaciones de usuario según la cantidad y calidad de información que éste diera al prestador de servicio, inversionistas ángeles que se deslumbraron con la fiebre del oro de las dot com que metieron dinero propio y de fondos apostando a un negocio que parecía el futuro del mundo.
Poco tiempo después se vería que las valuaciones en bolsa estaban en exceso infladas. Los planes de negocio eran inviables. Los usuarios no tenían el valor que los “portales” les habían dado en sus proyecciones financieras. Wall Street no aguantó y estalló la burbuja. Miles de empresas, algunas enlistadas en bolsas del mundo y otras operando en forma privada – la mayoría – desaparecieron. Las cortes en Estados Unidos se llenaron con empresas apegándose a los diversos capítulos de la Ley de Bancarrota. Las vualuaciones cayeron y muchos millonarios se convirtieron en simples y pobres mortales.
Hoy, nuevamente tenemos una situación similar. LinkedIn hizo su entrada en bolsa y su acción duplicó su valor rápidamente. Hoy tiene dinero suficiente para dejarlo en reservas – porque no saben qué hacer con el excedente. Facebook planea una salida a bolsa con una valuación inceríblemente alta. Por su lado, tenemos un Twitter que por lo pronto no ha logrado tener un modelo de negocios diversificable o rentable. Y sin embargo tiene inversores y valuación. Valuación basada en usuarios, no en planes, estrategia, ventas o flujos, como lo hacen normalmente los financieros. La burbuja ya empezó a llegar a su límite.
Error entrar en una fiebre de oro, error usar métricas históricamente fallidas para valuar una empresa. El valor de un usuario es efímero, la certeza de la no duplicidad o multiplicidad de cuentas en una red social no existe. Valuar un Twitter por su potencial de venta por la masa crítica de usuarios que tiene lo hace sí, atractivo, pero con un fuerte margen de riesgo.
Deben pues, valuarse las empresas de medios sociales con datos y número duros, los que sí existen y pueden perdurar y soportar un eventual estallido de la burbuja: plan de negocios, diversificación de fuentes de ingreso, mercado potencial, marco competitivo, flujo (FCF), etc. Valor por usuario, otra vez no, por favor.
Carlos A. Bazán-Canabal es Analista Financiero y Tecnológico
Encuéntralo en Twitter: @caBazan y conoce más en su blog: www.bazan.mx