Hashmasks: un proyecto artístico en Blockchain

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Existe una verdadera euforia por los NFT’s y los coleccionables en blockchain, las fiebre de las monedas alternativas parece haberse trasladado a los Token No fungibles y han encontrado en el crypto arte un terreno fértil para trascender. ¿Pero de que va el tema? En esta columna incitada, Raymundo Cámara Sánchez, nos cuenta un poco sobre su experiencia con los Hashmasks.

Hashmasks: un proyecto artístico en Blockchain

Mucho se escucha recientemente de los Tokens No Fungibles o NFT por sus siglas en Inglés (Non Fungible Tokens), ¿pero que es en realidad estos tokens? ¿para qué sirven y qué puedo hacer con ellos?.

Bueno pues hace apenas unas semanas me hacía yo las mismas preguntas. Alentado a investigar de este tema por mi socio en Avocado Blockchain, el Mtro. Ingmar Frey quien recientemente había coordinado el 1er Concurso de Ilustración Digital “Crypto Art”, decidí adentrarme en el asunto de comprender estos tokens y su relación con el arte.

Lo primero que hay que saber es que es exactamente un token no fungible, y lo primero para tener una concepción plena sería  definir “fungibilidad” como la habilidad de un activo por ser intercambiado por otro del mismo tipo; puede sonar un poco confuso pero con ejemplos podemos decir que un billete de $100 usd es fungible pues se puede intercambiar por otro de $100 usd sin perder sus propiedades, un auto en cambio puede resultar un activo no fungible, si le prestas tu auto a un amigo resultaría inaceptable que te regresara un auto diferente. La gasolina en este último ejemplo sería fungible. 

Transportando este concepto al mundo artístico estamos hablando de tokens únicos no intercambiables, en el caso de una pintura sería, haciendo una analogía, una litografía firmada pero en digital. 

Estos tokens no fungibles permiten registrar la propiedad, la autoría, y las transacciones que ha tenido una pieza de arte digital ya sea ilustración, animación, música, etc. No pienso entrar mucho en el detalle técnico de los NFTs pero si hay algo que debemos saber es que muchos de ellos se encuentran en la red de Ethereum  como tokens ERC 721.

Ya con esta información de los NFTs, decidí emprender la búsqueda y adquisición de mi primer token no fungible y con esta meta en el horizonte comencé a navegar en opensea.io un mercado de NFT que agrupa diversas colecciones y artistas. Debo reconocer que al principio fue un poco difícil decidir por cual tipo de NTF mi gusto se inclinaba, observé varias de las colecciones más famosas como Cryptokitties, CryptoPunks. así como varios artistas de Rarible y fue justo navegando que vi algo nuevo que al parecer tenía mucha actividad: Hashmasks.

Como todo buen comprador en Internet lo primero que hice fue entrar directamente al sitio oficial de Hashsmasks en donde aprendí que se trataba de una colección digital creada por 70 artistas de diferentes nacionalidades y compuesta por 16,384 retratos únicos. Algo que me llamó la atención fue que el proyecto estaba realizado por Suum Cuique Labs en el cantón de Zug en Suiza, hecho que despertó aún más la curiosidad pues en Zug es conocido como el CryptoValley, un verdadero epicentro del mundo Blockchain. 

Otro factor que me gustó de Hashmasks fué su dinámica lúdica. Cada uno de estos 16,382 retratos poseen una combinación de diferentes artistas, teniendo variaciones en máscaras, color de los ojos, fondo y otros atributos. Para asegurar una distribución justa los primeros compradores no sabían que Hashmask estaban adquiriendo, en si compraban un cuadro con un símbolo de interrogación en él, 14 días después de la compra los retratos fueron revelados.

Las ventas iniciales de Hashmaks comenzaron con un precio de 0.1 ETH ( aproximadamente 150 USD al momento de esta columna) y fueron subiendo, los últimos tres se vendieron en 100 EHT (sí, es correcto el monto, 150,000 USD!).

Para dar un toque de personalización el proyecto incorporó otro token denominado NCT por sus siglas en inglés  Name Change Token, con el objetivo que los propietarios puedan asignar un nombre único a su Hashmask, dicho token es acumulado durante el tiempo, cada día 10 tokens son asignados a cada retrato y cuando se tiene la cantidad de 1,830 NCT (aproximadamente medio año) se pueden usar esos tokens para cambiar el nombre de la obra. Suena un poco complicado pero créanme  no lo es.

Pues bien Hashmasks era el proyecto para mí definitivamente, no llegué a la venta inicial la cual ocurrió el 28 de Enero durante la cual se estima se vendieron 10 mdd, pero aún en OpenSea ya se encontraban muchos disponibles para compra  y subasta. Lo primero para poder pujar en una subasta de OpenSea es conectar tu wallet, en mi caso usó MetaMask para dicho efecto y pues comencé a entrar en diversas subastas.

Las subastas  tienen ese efecto tipo Vegas que nos inyecta adrenalina y empuja a ser el ganador, claro que todos tenemos un límite de compra y el mío no era muy alto.  Después de varias subastas fracasadas y comprender un poco como funciona el algoritmo de OpenSea, tema para otra columna, gané!, sí logre la adquisición de un Hashmask!, y en efecto, que bien se siente ser el ganador de algo, aún cuando se está pagando por el mismo.

Mi Hashmask que aún no tiene nombre y se identifica con el número 4,431 es un retrato de mujer con propiedades de ojos azules y una máscara básica, sé que no es el más raro de la colección pero es mi primer NFT por lo que tiene un valor personal, mi costo de adquisición fue de 0.9 ETH y hasta el momento he recibido ofertas hasta por 1.6 ETH con lo cual compruebo que día a día sube su valor.

Finalmente todo este proceso de compra fue también de aprendizaje, de expandir mi visión de cómo la tecnología de Blockchain va impactar el ámbito artístico y de cómo se conforman nuevos tejidos que incluyen creatividad, tecnología e innovación.

No se cual es el paso a seguir pero estoy en la disyuntiva de comprar otro Hashmask o bien buscar una nueva colección a un menor precio, de lo que estoy completamente seguro es que este ecosistema será sumamente adictivo a los coleccionistas y también muy rentable a los artistas digitales.

Por Raymundo Cámara Sánchez.

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