El mes de marzo avanza con la crisis del coronavirus como uno de los principales temas de salud y preocupaciones en todo el mundo. La expansión del virus y el aumento de la cifra de casos detectados ha llegado a México, donde hasta el 11 de marzo se reportaron siete casos confirmados y 37 sospechosos, de acuerdo con las autoridades de la Secretaría de Salud del país. Aunado a ello, un día después la Organización Mundial de la Salud (OMS) elevó la categoría del COVID-19 de una epidemia a una pandemia global.
Esto ha provocado una serie de medidas en todos los niveles para garantizar la salud pública de los mexicanos. En el sector empresarial, una de las alternativas propuestas ha sido la implementación del home office como herramienta para evitar la propagación del virus en los entornos laborales. No obstante, si bien esta opción es efectiva e impulsada desde hace tiempo sólo en el 40% de las empresas del país, para muchas compañías aún existen complicaciones para trasladar esta forma de trabajo a su realidad concreta; por ejemplo, la gestión de horarios y la organización interna de los equipos son algunas de las restricciones que más se han comentado.
Asimismo, la ausencia o mejorable calidad de los medios técnicos es otro factor determinante, pues gran parte del sector depende de Internet y el acceso a una red de calidad, estable y veloz, lo cual es vital para asegurar el rendimiento cotidiano de las operaciones. Pues bien, en el caso de una política de home office general ante la pandemia de COVID-19, el papel de una conexión de calidad en casa sería fundamental y es en este escenario donde surgen algunas dificultades, pues en México los servicios de Internet siguen presentando grandes desafíos.
Para comenzar, sólo poco más de la mitad de los hogares cuentan con Internet (56.4%, es decir unos 20.1 millones). A nivel general (conexiones móviles, hogares, etc.), el 50.1% reporta un servicio deficiente, con interrupciones y lentitud de transferencia. Por otro lado, en 2019 el país tuvo una velocidad de descarga promedio de 6.02 Mbps, lo cual representa un retroceso en los recientes años, colocándose muy lejos de regiones como Europa (67.46 Mbps) o países vecinos como Estados Unidos (32.89 Mbps).
No obstante, la madurez del tejido empresarial y la existencia de herramientas de conexión alternativas permiten lanzar un mensaje de optimismo. La conexión satelital, por ejemplo, continúa expandiéndose como solución de conectividad para todos aquellas regiones donde no llegan los operadores tradicionales o lo hacen de forma poco eficiente: desde las comunidades rurales del interior de la República a las periferias de grandes ciudades como Guadalajara, Monterrey y Ciudad de México, este servicio garantiza conexiones estables de alta velocidad.
Ante tales escenarios podemos afirmar que, en efecto, tecnológicamente estamos preparados para hacer home office a gran escala ante la pandemia de coronavirus. Sin duda, el país se puede encontrar ante un momento desafiante en los siguientes días, semanas o meses, en donde la conectividad puede jugar un papel clave, pero es positivo que existan alternativas que puedan hacerlo posible, aportando grandes ventajas, independientemente de dónde vivan y trabajen las personas, con una conexión a la altura de las circunstancias.