¿Recuerdas cuando te enseñaron los números romanos en el la escuela? Seguro que te dijeron que el cuatro se escribía de este modo: IV. A pesar de ello, habrás notado que en algunos relojes sobre todo en edificios o plazas públicas, el número 4 está representado cuatro palitos: IIII.
De acuerdo con investigadores sobre el tema, 95% de los relojes en el mundo tienen la figura IIII en lugar del IV romano. Aunque el famoso Big Beng inglés rompe esa regla, tampoco se conoce el motivo.
El sistema de numeración romano, derivado por el que usaban los etruscos, se basaba en el método aditivo. I más I eran II, V más I eran VI, y II más II eran IIII. Al paso el tiempo decidieron a usar el método sustractivo, con este sistema el número anterior resta su cantidad al siguiente, así en lugar de escribir 4 como la suma de 2 más 2 (IIII) se escribió como la resta de 5 menos 1 (IV).
Cualquiera que sea el origen de la aparición del IIII en lugar del tradicional IV romano en los relojes de todo el mundo, marcando las horas de todos, el asunto es hasta hoy un misterio sobre el cual existen varias teorías entre las cuales encontramos soberbia, facilidad, reverencia a los dioses, simetría.
La más aceptada es dada por el Instituto Británico de Relojería y tiene su origen en motivos estéticos. Los cuatro caracteres IIII crean una simetría visual con su opuesto en la esfera VIII, también de cuatro dígitos, que el IV no tiene.
También existen varias historias relacionadas con monarcas para explicar el hecho de que el 4 en los relojes se escriba IIII, destacan dos.
La más creíble cuenta, en 1370, el relojero Henry de Vick recibió el encargo de fabricar un reloj para la torre del Palacio Real de Francia, conocido como La Conciergerie o el Palais de la Cité. El rey Carlos V de Francia, apodado ‘El sabio’, reclamó al artesano haber representado el 4 como IV y aunque el relojero tenía razón nadie puede contradecir al rey, así que se mantuvo el uso IIII. El reloj fabricado por de Vick sigue en su lugar hoy día.
La segunda cuenta que un relojero suizo elaboró un reloj encargado por su rey, cometiendo la equivocación de representar el número 4 como IIII y no IV. El soberano mandó ejecutar al artesano por su error. Como homenaje y protesta por tal atrocidad, todos sus colegas relojeros decidieron utilizar el IIII en vez de IV.
Otros también lo atribuyen a la superstición, se decía que el IV corresponde a las dos primeras letras de Júpiter (IVPITER en latín), el dios romano y por tanto su uso para nombrar a un número podría considerarse blasfemo.
Otras explicaciones apuntan a la simetría: El símbolo I es el único que aparece en las primeras cuatro horas, el V aparece las siguientes cuatro horas y el X últimas cuatro, proporcionando una simetría que se vería alterada si se usara el IV. Comodidad: IV es más difícil de leer dada su posición en la esfera del reloj, ya que queda casi boca abajo. Confusión: El número IV podría confundirse con el VI al estar ambos boca abajo. Economía: Los relojes se fabricaban de forma artesanal y los números se hacían con moldes. Era más práctico recurrir al IIII, ya que el número de objetos I en la carátula es 20; 4 símbolos V y 4 símbolos X. Una forma de economizar era haciendo los moldes con el conjunto de cada número, por lo que, para hacer un reloj, se necesitaba un molde con cuatro X, otro con cuatro V y cinco moldes con cuatro I.
Más allá del capricho monárquico o la historia del profano origen del IV, lo más seguro es que la practicidad, junto con el argumento de una mejor simetría, parecen ser las dos teorías más sólidas que dan origen a tal representación del IIII en lugar del IV en los relojes.