Ayer que justo hablábamos de las fuentes o tipografías que aman/odian los diseñadores, llega a mis ojos la noticia de que Hermann Zapf, que murió el jueves a los 96 años, era un maestro de este mundo. Él diseñó alrededor de 200 tipos de letra en varios alfabetos, las más famosas Palatino, Optima, Zapfino, Melior, Aldus y Zapf Dingbats.
Los humanos leemos un promedio de 300 palabras por minuto y escribimos un promedio de 40 palabras por minuto. Lo cual indica que pasamos un montón de tiempo mirando las fuentes. Nuestros ojos se deslizan suavemente sobre las curvas de una sans serif; una Arial, textos en negrita, etc. Tenemos fuertes sentimientos hacia determinados tipos de letra, aversiones a Comic Sans y lealtades a la Helvetica.
Este hombre era un genio, yo recuerdo cuando empece a usar la computadora como amaba la fuente Zapf Dingbats, florecitas, los caracteres de índice eran manos simplemente negras, el chiste es que Zapf se adelantó a su tiempo.
Después de la guerra, Zapf se adentró en la composición tipográfica en las computadoras – conocidos como fotocomposición – pero sus ideas fueron ridiculizadas en Alemania y fue visto como demasiado radical. En la década de 1960, se trasladó a Estados Unidos, para con el tiempo volver a Darmstadt. Al regresar a Alemania, Zapf convirtió en profesor en el Instituto de Tecnología de Rochester.
Zapf continuó enseñando en la Universidad de Stanford, entre otros lugares. Un cortometraje sobre su vida, The Art of Hermann Zapf, fue producido por Hallmark en 1967. (“Fue una experiencia dolorosa”, Zapf escribió sobre la filmación de la misma. “Me juró a mi mismo no volver a grabar mis dedos como un pseudo jefe de producción de Hollywood, prefiero quedarme con mi pluma y diseñar humildes alfabetos”.
A Zapf le sobreviven su esposa, Gudrun Zapf von Hesse, que también es un diseñador de tipos, y tres nietas.
Todos los alfabetos deben terminar en alguna parte, y los de él quedarán en la memoria de miles de libros, computadoras y escritos.