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20La revista TIME rescata la primera fotografía tomada de una ejecución en la silla eléctrica.
En 1925, Ruth Snyder, un ama de casa de Queens, Nueva York, tuvo un amante, Judd Gray, un fabricante de corsets del norte del estado. Ya casada con Albert Snyder, un editor de artes de la revista MotorBoating, ella escondió el asunto durante casi tres años. Pero el 12 de marzo de 1927, ella y Gray planearon un asesinato. Así ambos mataron al esposo de Ruth fingiendo una escena de robo. No pasó mucho tiempo para que la policía conectara los puntos sobre todo por que poco antes el difunto había adquirido un seguro por una cantidad considerable. Unos meses más tarde, Gray y Snyder se vieron acusados de asesinato en primer grado y condenados a muerte en la silla eléctrica.
El caso fue noticia de primera plana y Ruth y Judd fueron constantemente fotografiados para dar parte de la historia, y por supuesto la gente quería más. En aquel tiempo como ahora, las fotos de ejecuciones no estaba permitidas. Así que el New York Daily News sabiendo que la mayoría de sus periodistas serían reconocidos por la gente de la cárcel, contrató a un fuereño, Tom Howard, un fotógrafo poco conocido del Chicago Tribune que se hizo pasar por escritor.
Sabiendo que nunca se permitiría entrar con una cámara, Howard ató una cámara de un solo uso en su tobillo derecho y un cable disparador que llegaba hasta el bolsillo del pantalón. Sorprendentemente, se le permitió el acceso. Desde el otro lado de la habitación, Howard apuntó con la cámara adosada a su tobillo a la silla y tomó una foto de los últimos momentos de Snyder.
La cámara fue trasladada de urgencia a la ciudad y la película revelada durante la noche. Editores y escritores se admiraron de lo que iba a ser una de las fotografías más impactantes que se habían hecho: Snyder en la silla, las piernas de la guardia de la prisión a la derecha.
La imagen en blanco y negro causó escándalo en el público de Estados Unidos y a nivel internacional. Allí estaba una esposa y madre de 32 años de edad, ejecutada por matar a su esposo. Su borrosa figura parecía evocar su lucha, como se puede uno imaginar sus últimos y agitados suspiros.
Nunca antes la prensa había sido capaz de conseguir una imagen tan impactante, no una tomada en la escena del crimen o una no hecha en una guerra lejana, se trataba de una imagen que capturaba el momento preciso de una persona debatiéndose entre la vida y la muerte y en uno de los países más “civilizados” del orbe.
Tom Howard recibió un bono de $100 dólares por tomar la foto, una buena suma en aquel momento, si lo extrapolamos más o menos es como si hoy recibiera unos $1,400 dólares.
Durante décadas, aquellos que asistían a una ejecución debieron levantar las mangas de su pantalón para checar que no llevaban cámaras y alzar las manos y mostrar las palmas para asegurarse que no portaban ningún disparador.
Incluso actualmente, los fotógrafos no se permiten en las ejecuciones. Muchos periódicos y fuentes de noticias en línea todavía publican la foto antes y después de la muerte, pero rara vez o nunca vemos el momento de la muerte.
Las últimas palabras de Ruth Snyder, tomados de la crucifixión: “Padre, perdónalos. No saben lo que hacen”.
Escalofriante ¿foto e historia, no creen?
Vía: Time