La insoportable obsesión infinita por Yayoi Kusama

Obsesión Infinita de Yayoi Kusama

Mi única referencia sobre Yayoi Kusama se remonta a hace unos 22 años en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, en una clase sobre por art, ready made, happening, Warhol, Duchamp y otros… Francamente había olvidado su existencia, hasta que me enteré que venía al Museo Tamayo de Arte Contemporáneo su exposición Obsesión Infinita.

Confieso que antes de poder entrar a la exposición más visitada y mercadeada en la historia del Museo Tamayo, por dos veces intenté acudir, ambas sin éxito, pues según informaban la gente llegaba desde las 7 de la mañana para acaparar los poco más de 2 mil boletos que se repartían diariamente. Lo cual me pareció una soberana locura.

No quise quedarme con las ganas y el sábado pasado, con todo el dolor de mi corazón me desperté a las 5:00 A. M. para conseguir los anhelados pases a la expo. Error… A esa hora ya la fila era de más de 2 mil almas en la fila, había personas que se habían quedado a dormir allí y la mayoría habían estado llegando desde las 5 de la mañana. Irreal para una exposición (a las 11 de la mañana, la fila era de varios kilómetros, a ojo de buen cubero creo que había unas 5 mil personas arremolinadas).

Cuando la gente del museo intento poner orden, aquello fue un caos y mucha gente aprovecho para reventar las filas y meterse en los primeros lugares dejándome fuera de la jugada. Afortunadamente encontré a un conocido que llegó de madrugada y me hizo el gran paro de meterme en un lugar aceptable. De otro modo quizás habría tenido que volver a quedarme con las ganas.

Desperté a las 5 de la mañana, y a eso de las 10:00 hrs. conseguí los preciados pre pases color rosa que me aseguraban un lugar para Obsesión Infinita. Para las 11:30 la fila ya había avanzado lo suficiente para canjear los pre boletos por los oficiales. Haciendo cálculos había pasado 6 horas y medias en el trámite.

Los boletos que conseguí fueron para el horario de las 15:00 horas. El recorrido de la expo dura aproximadamente 2 horas (por más que las autoridades el Tamayo apresuren a la gente, es imposible acelerar el recorrido y eso que en las salas interactivas de luces y espejos te limitan a 20 segundos para que te tomes la ansiada selfie). Resumiendo; mi odisea para ver la expo duró más de 12 horas.

El Tamayo presume de ser la exposición más exitosa en la historia del museo. Para un recinto que recibe en promedio 14 mil visitantes al mes, sin duda Obsesión Infinita fue todo un éxito.

Para darse una idea del furor causado por Kusama, en todo el 2013, el Museo Tamayo recibió 170 mil visitantes y sólo para la exposición de Kusama asistieron más de 310 mil personas en solo 5 meses.

Vayamos a la exposición como tal. Obsesión infinita es una retrospectiva de más de 100 obras realizadas por Kusama entre 1950 y 2013 (con un gap muy evidente entre los setentas y ochentas). En Latinoamérica su primer parada fue el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), después visitó el Centro Cultural Banco de Brasil en y el Instituto Tomie Ohtake de São Paulo, para de allí llegar al Museo Tamayo en México. Chile será la próxima anfitriona de la muestra.

¿Pero de dónde surge está obsesión infinita por Kusama?

Si duda se debe a la mezcla de varios factores, buen marketing y relaciones públicas que crearon un hype desmedido. En segundo lugar, internet y las redes sociales. La exposición se volvió viral cuando empezaron a circular por internet algunos selfies con sus “Infinity Mirrored Room”, el de falos y el de luces. Salones de espejos inmersivos que dan la sensación de infinitud. El resto es historia…

Para mi la muestra falla en dos cosas, es un recorrido lineal y sin contexto por la obra de Kusama, donde las salas de espejos inmersivas sirven como picos de tensión emocional, donde la demás obra del artista pierde interés por carecer de la emoción que otorgan las salas interactivas. La mayor parte de la gente iba a tomarse la selfie a esos salones -lo peor es que daban solo poco segundos para tomarse la foto-. Hubo incluso casos donde la gente solo hacía checkin, se tomaba el selfie y se iba.

El segundo fallo para mi, está en la curaduría; era imposible saber el título de cada pieza, el material o su contexto. En algún rincón de cada sala había un esquema con a posición y título de cada obra, de tal manera que si querías saber más, había que ir y venir a ese rincón y memorizar la posición y el título. Tan sencillo que hubiera sido colocar un cartón con estos datos a lado de cada obra.

¿Valió la pena asistir a Obsesión infinita?

Definitivamente si, pero nunca volvería a invertir más de 12 horas de mi vida, entre desveladas, filas y aglomeraciones para asistir a cualquier exposición y menos aún, si se trata de un artista totalmente sobrevalorada.

Datos adicionales sobre Yayoi Kusama

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