La web tirana

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Este artículo se publicó originalmente en la sección Voy derecho y no me quito del periódico el Nuevo Mexicano, medio en el que colaboramos semanalmente con artículos de opinión relativos a Internet, el diseño y Social Media.

La web tirana

Mi relación con el Internet oscila entre la euforia desmedida y olas de angustia. Existen detalles que me hacen muy feliz, como cuando consigo un cliente o alguien a quien admiro me escribe o me responde un tuit. Pero en las ocasiones en que veo que alguien plagia un logo, insulta, roba contenido, etc. me dan ganas de cerrar la computadora e irme a algún retiro espiritual.

Estar en línea significa estar abierto al mundo en muchos sentidos. La web y, en particular, las redes sociales, están repletas de actividades interesantes por hacer, pero -paradójicamente- al mismo tiempo minan el tiempo para realizarlas. Nos pasamos todo el día revisando nuestros perfiles, vivimos en la época de las 300 actualizaciones, del “haz clic”, tuiteame, dame like, comparte, mira el nuevo meme.

La Web se ha convertido en nuestra amante, está siempre a lado nuestro, nos desvelamos y despertamos a su lado. Quizás es un buen momento para reencontrarnos con un libro, encender la televisión o salir con un grupo de amigos para distraernos de ella de vez en cuando, tomar una cerveza o un café, charlar y quizás aprender un poco de la gente y de ti mismo, para al final de la noche despedirte y tomar tu propio rumbo, hasta la próxima.

Imagen cortesía de Fotolia.

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