Una serie producida por Netflix y lista para su estreno este próximo 1 de febrero. House of Cards te dejará con ganas de reventarte los 13 capítulos de su primera temporada de un tirón, si lo tuyo es el drama, los diálogos intensos y las estrategias de ajedrez aplicadas a la política.
Francis Underwood cobra vida a través del actor Kevin Spacey, quien sale de su lujoso departamento en medio de la noche seguido del sordo golpe de un auto en fuga, tras atropellar el perro de los vecinos. Underwood se acerca al doliente animal, casi vivo, y en complicidad con el espectador narra crudamente que sólo existen dos clases de sufrimiento: aquel que te fortalece y el que es inútil.
Como no resiste éste último remata al canino ahora retorcido entre sus manos. Con la sencillez y diplomacia de su puesto, el líder del partido mayoritario de la cámara de representantes, se retira justo al llegar la afligida pareja no sin antes consolarlos diciendo que atraparán al automovilista irresponsable.
Fuerte y claro, la serie comienza con una síntesis del personaje principal. Es despiadado, pero también inteligente, sarcástico y lleno de cartas bajo el traje azul marino, que de acuerdo a su esposa (esteralizado por Robin Wright) le sienta muy bien. Ésta es, sin duda, otra arma a desarrollar durante la serie; las colaboraciones y apariencias en un ambiente político que comienza con el nombramiento del nuevo presidente de los Estados Unidos.
Underwood tiene una larga y contada experiencia política y finalizados los festejos por la victoria del presidente electo se siente seguro de obtener un nombramiento dentro del gabinete. Después de todo, ayudó a recabar los fondos necesarios para la campaña, aseguró varios votos e inclusive colocó a algunos miembros de confianza en la Casa Blanca. Inesperadamente el cargo le es otorgado a otra persona; así que debe regresar a la cloaca, como él le dice. Ciertamente no debieron hacer eso.
La serie deja claro el objetivo de su contraataque, orquestado con la manipulación de otros participantes que en las apariencias, Underwood accede a ayudarles; pero en la realidad, ellos ejecutan su plan con una sonrisa en el rostro. Al estilo Conde de Montecristo, Francis Underwood es la mano oculta que mueve los hilos en una historia que prioriza los escenarios nocturnos, una retórica del director David Fincher que agudiza una premisa de esta propuesta: lo oculto del poder.
Los amantes del género sin duda quedarán presos de la serie ya que se sentirán parte del plan maestro de Francis. Con una fotografía muy cuidada, elementos visuales bien explotados (como los momentos en que Francis habla directamente a la cámara para expresar sus pensamientos y hacernos cómplices de su sátira mordaz) House of Cards muestra la bandera estadounidense en su arista contraria, aquella que no tiene estrellas porque los actores reales no salen en el noticiero estelar: sólo se sientan a ver cómo fluye su poder. Los trece capítulos estarán listos para verse a partir del 1 de febrero y será una de las 7 series que Netflix producirá. Por lo pronto, ya se prepara la segunda temporada y el rodaje correspondiente.