La pandemia por COVID-19 propició que muchas empresas trasladen gran parte de su actividad a los espacios digitales; con ello, el crecimiento del e-commerce fue más que evidente, pero a la par de este ‘boom’ también crecieron los fraudes en pagos por internet.
México es uno de los países con mayor porcentaje de fraude en comercio electrónico, tanto en América Latina como a nivel mundial, incluso el volumen de intentos de pagos fraudulentos es tres veces mayor en comparación a Europa o Estados Unidos, a pesar de que estas regiones tienen un mercado considerablemente más grande que el mexicano.
Datos de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) señalan que entre enero y septiembre del 2020, en México el monto por fraudes electrónicos ascendió a poco más de 2 mil 500 millones de pesos.
Los fraudes electrónicos son estafas que realiza una persona o un grupo de ellas, muchas veces suplantando la identidad de un cuentahabiente legítimo, robando su información bancaria o incluso suplantando a un comercio en línea legalmente constituido.
Datos de Bayonet señalan que mientras el e-commerce en México creció tres veces el año pasado, los intentos de fraude aumentaron hasta cuatro veces, lo que ha ocasionado que muchas instituciones bancarias tengan que imponer reglas más rígidas para la aceptación de pagos electrónicos; no obstante, esta media también juega en contra de los comercios, ya que rechaza una gran cantidad de pagos legítimos lo que significa menores ventas para el negocio.
¿Cuáles son los fraudes en comercio electrónico más comunes?
El fraude clásico. En este tipo de fraude el estafador consigue datos bancarios auténticos en la dark web, realiza una compra y la envía a una dirección distinta desde la cual hace el robo. En este tipo de fraude se cubre la dirección IP para evitar ser descubiertos.
Compra interceptada. En esta modalidad los estafadores realizan una compra con tarjetas legítimas y solicitan el envío a la misma dirección de la tarjeta para evitar sospechas; no obstante están pendientes del envío para interceptarlo antes de que llegue a su destino.
Contracargo inventado. Consiste en que un cliente realiza un pedido y luego de que lo recibe alega que su tarjeta o datos bancarios fueron robados, por lo cual solicita una devolución. De este modo conserva el producto y es altamente probable que reciba el reembolso, ya que las instituciones financieras suelen favorecerlo, sobre todo si la compra se hizo con una tarjeta de crédito, ya que de otro modo el banco tendría que asumir la deuda.
Robo de identidad. El estafador roba los datos de una persona y con ellos saca tarjetas de crédito con las cuales realiza compras, cuando el dueño de la información se da cuenta pide cancelar las cuentas y las transacciones.
Pruebas de autenticidad de tarjeta. Este es uno de los fraudes más sofisticados ya que requiere de tecnología como bots. Aquí los estafadores prueban con un número de tarjeta aleatorio en un sitio web que muestra información sobre las tarjetas declinadas; así, una vez que comprueban el número de tarjeta deben hacer lo mismo con la fecha de expiración y CVV. Los bots les dan la posibilidad de identificar estos números en muy poco tiempo y una vez que los tienen pueden realizar diversas comprar en diferentes sitios web al mismo tiempo.
Todos estos fraudes representan un gran desafío para los comercios electrónicos, ya que en todos estos casos son ellos quienes tienen que asumir el costo del fraude.
¿Por qué detener los fraudes?
Los riesgos del fraude electrónico no sólo afectan a los negocios al reducir sus ventas y su capacidad de solvencia, también impacta en los usuarios, ya que les genera una mala experiencia de compra y frustración cuando un pago no es aprobado, esto podría ocasionar que el cliente pierda la confianza y no vuelva a comprar en esa empresa, sin importar la calidad de los productos o servicios que ofrece.
Además, los contracargos representan un verdadero desafío para que los negocios se mantengan a flote, en particular para las pequeñas y medianas empresas así como las startups o fintech que buscan innovar y ser competitivas.
Si bien el costo de los fraudes electrónicos mayormente los asume el comercio, los usuarios de servicios bancarios también sufren afectaciones, ya que ante el aumento de amenazas muchos bancos o instituciones financieras cobran seguros o comisiones para proteger a los cuentahabientes.
¿Cómo prevenir los fraudes?
La tasa de aprobación de pago está directamente relacionada con los fraudes, pues si estos aumentan, es probable que los bancos o procesadores de pagos incrementen sus medidas de seguridad, y con esto le cierran la puerta a miles de pagos legítimos.
Por esta razón es esencial que los comercios cuenten con herramientas de identificación de fraude pero que además les ayuden a mejorar sus tasas de aceptación de pagos
Asimismo, es importante que las instituciones financieras y organismos como la Condusef difundan información para que los usuarios de los servicios financieros tengan información de primera mano sobre los tipos de fraude y sepan cómo hacer un buen uso de sus servicios.