Hoy, a mediados del año 2020, podemos justamente calificar esta temporalidad como uno de los años más sorprendentes de la historia. Y es que la pandemia del COVID-19 se perfila a ser un parteaguas en la historia de la humanidad, que ha transformado la realidad de todos en diversos frentes. La aceleración digital del ecosistema financiero es sin duda, una clara prueba de ello.
Aunque la pandemia ha sido un impulsor de la digitalización, podemos reconocer que el dinero físico ya se encontraba en un contexto de cambio. De hecho, es una práctica que inició a mediados de los noventa y que ha ido evolucionando y ganando fuerza, de a poco, en formato de pagos electrónicos.
Es así como el Internet de las cosas (IoT), las aplicaciones móviles, el avance en los cifrados de alta seguridad y otros factores han propiciado que este ecosistema tome forma y madure al punto de cuestionar la vigencia del efectivo como tal.
En América Latina ya existe un mayor entendimiento de la necesidad de migrar hacia un modelo de pagos digitales y eso significa que los países tienen que tomar decisiones para hacer que el pago sea asumido por todo el ecosistema, para que todos los integrantes de este puedan participar.
De acuerdo con la Asociación de Bancos de México (ABM), actualmente existen 51 millones de usuarios mexicanos de banca por Internet, un crecimiento de más de 100% en los últimos cinco años.
Coronavirus vs. Efectivo
Hoy la contingencia provocada por el COVID-19 es un motivo para continuar apostando por dicho cambio a favor de los pagos móviles, esta vez bajo el amparo de acciones remotas y ‘sanitarias’ que favorezcan el decrecimiento de la curva de contagios a nivel mundial. Ciertamente el sistema de pago tradicional se ha convertido en una amenaza para la salud pública, incluso si se tratase de tarjetas, una escena donde los expertos prevén un reemplazo más inmediato, en gran medida por el empleo de soluciones móviles.
Prueba de ello es que en estos días de cuarentena hemos visto un incremento en la aparición de soluciones digitales, tanto en bancos tradicionales como en mercados locales. Pagos digitales, billeteras electrónicas y más servicios están al alza. Tal es así, que en tan solo tres meses hemos registrado un incremento del 180% en el uso de billeteras digitales en Latinoamérica.
El mejor aliado: el smartphone, el cual ha tomado protagonismo como un canal de banca móvil y pagos digitales; inmediato, simple y seguro, aunque esta última cualidad aún no sea completamente admitida por gran parte de la población. Basándonos en datos de la Asociación de Bancos de México (ABM), hoy hay 25 millones de apps bancarias descargadas entre los usuarios de servicios financieros de México, un crecimiento de más de 100% en los últimos cinco años.
Regreso a una realidad nueva
En todo el mundo, los gobiernos han generado distintas estrategias e implementado diversas políticas a fin de contrarrestar el impacto global que afecta a diversos sectores del mercado y reactivar la economía sin ignorar las medidas sanitarias necesarias en la nueva realidad que nos espera. Sin embargo, aun habiendo una gran diversidad de ideas, ninguna de estas acciones apunta a moderar el retiro o uso de efectivo.
Es un hecho que la coyuntura del coronavirus ha puesto sobre la mesa la premura de la transformación en el sistema financiero, y es también una realidad que, aunque ha habido una aceleración en el proceso, aún queda un largo camino por recorrer.
Lo primero por armar es un buen ecosistema donde todos los actores estén involucrados, pensar en sus diferentes necesidades – ya que no serán las mismas las de los bancos que las de los comercios de proximidad, por ejemplo – y recordar que esta atmósfera digital ya contaba con estímulos previos que permitían hablar sobre un cambio necesario en el comportamiento financiero. Desde reducir la economía informal hasta incursionar en la nueva apertura de mercados financieros.
También debe tomarse en cuenta que un ecosistema financiero no solo es la forma de cobrar y pagar; un ecosistema digital financiero completo, universal e interoperable incluye bancos, empresas, puntos de venta, emisores de tarjetas de crédito, clientes, entre otros. El sector debe priorizar su desarrollo y necesita considerar tres factores clave para hacerlo:
- Regulación por parte de los gobiernos: la industria financiera es un servicio público y los gobiernos tienen que propiciar que los sistemas de pagos digitales tengan un standard de interoperabilidad.
- Un claro modelo de negocio que permita reducir el costo de los aranceles: los comercios necesitan sentir que la diferencia entre cobrar en efectivo y cobrar con medios digitales es prácticamente nula. De esta manera, fomentará el uso del pago digital.
- Establecer un estándar técnico de integración.
¿Se acerca entonces la extinción del efectivo? No, pero es certero afirmar que nos encontramos ante un panorama de transformación gradual inminente, un cambio que no solo le compete a los comercios o entidades financieras, sino también a los gobiernos actuales que trabajan en implementar nuevas políticas que velen e incentiven un ecosistema de pagos móviles con el fin de brindar una solución flexible y pragmática, en tiempos de crisis o no.
Por: Marcelo Fondacaro, COO de VeriTran.