Poncho compra su álbum del mundial y comienza a hacerse de estampitas. Tiene muchas repetidas que sabe que otras personas valorarían tener. Con otros aficionados, Poncho comienza a intercambiar las estampas e incluso sabe que tiene ciertas figuras de una selección que son muy cotizadas y así, intercambia una de ellas por dos o hasta tres estampas de otra selección no tan demandada. De hecho, su amigo Beto le ofrece pagar el almuerzo a cambio de unas estampas que le faltan y su amiga Fabiola ofrece comprarle a 4 dólares la figura de la estrella de la Selección Mexicana.
Si hay cientos de millones de personas en el mundo intercambiando estampitas y Beto incluso cambió un almuerzo por estampas, Poncho se convence de que las estampas en realidad tienen un valor más allá de lo que él pagó por ellas. Pero Poncho no puede ir a una cafetería y comprar un café con estas estampas, porque la cafetería a cambio del café, quiere dinero, no estampas. A Poncho le parece absurdo, porque la cafetería estaría obteniendo algo que millones de personas en todo el mundo utilizan como moneda de canje.
Poncho puede explicarle a la cafetería que las estampas no sufren inflación, que su valor es igual en todo el mundo y no están sujetas a decisiones de gobiernos o bancos centrales. Pero es inutil. La cafetería sabe que debe absorber sus costos y pagar a sus proveedores con dinero. Mientras tanto, Poncho sigue moviéndose entre la inmensa y creciente comunidad de estampitas y lo hace igual en varios países.
Claro está: estampas por estampas. Por mucho que haya miles de millones de estampas circulando en el mundo y haya millones de personas dándoles un valor, un establecimiento no quiere estampas, al menos que a su proveedor le pueda pagar con ese mismo bien.
Es evidente que hay una brecha entre los que dan valor a las estampas y los que dan valor al dinero y ante ello, surgen ciertas empresas que pueden crear este puente y conectar ambos mundos, entendiendo el valor que tienen las estampitas para Poncho y el valor que tiene el dinero para la cafetería. Así, la empresa ofrece dar a Fabiola estampitas a cambio de su dinero y a Poncho darle dinero a cambio de sus estampitas, según lo necesite cada uno. Ahora bien, estas empresas pueden evolucionar e ir mucho más allá en su labor de puente. Estas empresas pueden hacer posible que Poncho pague a la cafetería con estampitas mientras que la cafetería recibe dinero.
Vivir con estampitas suena utópico, claro, porque llegará el momento en el que todos completen su álbum y ya nadie quiera intercambiarlas. Vivir en cripto, en cambio, ya es una realidad en algunos países del mundo. Las criptomonedas, a diferencia de las estampitas, que, acabado el mundial pasará su auge, se seguirán manteniendo en circulación más allá de su valor y del tiempo, por la necesidad que tienen los mercados y personas de contar con una forma de escapar a la inflación y a la devaluación de las monedas.
Imagínate que…
- Las criptodivisas son las estampitas, mientras que el álbum es el wallet donde cada cliente guarda sus distintas criptomonedas.
- Las selecciones son las distintas criptomonedas que existen, unas con más valor que otras, por ejemplo: bitcoin, ether, USDC, dai, ada, litecoin, etc.
- Las empresas que crean el puente entre el dinero y las estampitas son las plataformas de criptomonedas, mejor conocidas como exchanges, en las cuales se puede comprar y vender cripto.
- Las empresas que harán posible que Poncho pague con cripto y la cafetería reciba dinero tradicional, son las plataformas cripto que cuenten con una forma de pago estandarizada, como una tarjeta / un código QR / un PIX.