Recientemente se llevó a cabo el Día Internacional de la Mujer, fecha que sirve para conmemorar la lucha que hace cientos de años emprendieron las mujeres por sus derechos y participación en la sociedad en busca de igualdad de condiciones; asimismo, esta fecha ha servido para reflexionar sobre el papel que desempeñan las mujeres en todos los ámbitos.
A pesar de años de lucha para lograr la equidad de género en todos los sectores, en la actualidad las mujeres siguen estando poco representadas en el ámbito de la propiedad intelectual, lo cual implica una pérdida constante en la innovación y la creatividad, al faltar la aportación de una gran parte de la humanidad.
Se estima que sólo el 16.5% de las personas designadas en calidad de inventores en las solicitudes internacionales de patente en 2020 fueron mujeres, según revelan las estadísticas preliminares de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI). Por otro lado, en México, 37% de las solicitudes de invenciones presentadas ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) son de mujeres o de grupos que tienen al menos una mujer.
Otras estadísticas de OMPI revelan que los tres sectores principales para las mujeres en 2020 fueron la biotecnología, la química de alimentos y los productos farmacéuticos. Por otra parte, los sectores en los que las mujeres presentaron menos solicitudes de patente en 2020 corresponden a motores, bombas, turbinas, y elementos mecánicos.
Los datos apuntan a que pocas mujeres son inventoras en sectores relacionados con motores, bombas, turbinas y elementos mecánicos, lo que no necesariamente implica que no haya mujeres interesadas en dichos sectores; “hay que tomar en cuenta que existe una gran cantidad de mujeres que limitan sus capacidades en razón de los constructos sociales que han determinado a lo largo de los años que ciertas áreas son para hombres y ciertas áreas son para mujeres”, indicó Andrea Sánchez, abogada de la firma legal y de negocios BC&B.
Por lo anterior, no resulta sorprendente que los obstáculos más notorios que afectan a las mujeres al respecto son: la falta de conocimiento sobre la utilización del sistema de propiedad intelectual, la falta de acceso a asesorías, patrocinios y modelos de referencia, la escasez de recursos, y la evidente carga social que limita a las mujeres a dedicarse a la ciencia, tecnología e ingeniería.
Instituciones tanto internacionales como nacionales se han dado a la tarea de reducir la brecha de género a través de diversas iniciativas. Por un lado, tenemos a la OMPI, que por medio de la incorporación sistemática de la perspectiva de género en su programa de trabajo y de actividades específicas busca promover la equidad de género, por otro lado, en México, el IMPI, en colaboración con la OMPI, crearon la comunidad digital de la Red de mujeres innovadoras y propiedad industrial con la finalidad de formar un espacio de encuentro, fortalecer el papel de las mujeres en las invenciones, fomentar la cultura de innovación hecha por mujeres, visibilizar a las inventoras y emprendedoras, y brindar apoyo con mentorías y acompañamientos.
No obstante, lo anterior, no sólo resulta necesario que tanto organizaciones internacionales y nacionales sigan comprometiéndose a garantizar el cierre de la brecha de género que existe actualmente en la innovación, sino que hay que buscar erradicar este problema desde sus raíces. Para ello, los gobiernos de todo el mundo tienen que crear políticas públicas tanto para fomentar y normalizar la presencia femenina en la ciencia, tecnología e ingeniería, como para incentivar a las mujeres a dedicarse a las ramas que les interesen, y no así a las ramas que socialmente corresponden a su género, para así poder contar con una participación equitativa.
Los sistemas de propiedad intelectual deben de propiciar la equidad de género fomentando la participación de todos, pero para lograrlo es necesario que se reconozca y promueva la importante contribución de las mujeres al progreso de la humanidad.
Limitar la creatividad y el ingenio de las mujeres traerá como consecuencia la obstaculización de la transformación y de la evolución del mundo en el que vivimos, afectando no solo el ámbito científico, sino también el económico.
“Por ende, no nos podemos dar el lujo de malgastar talentos y capacidades de una gran parte de la humanidad, mismos que nos pueden llevar a un mundo más progresista, innovador y sobre todo incluyente”, comentó Andrea Sánchez.