La semana pasada hubo gran revuelo en los medios de comunicación debido a que Starlink, compañía proveedora de internet satelital, y que le pertenece a Elon Musk, recibió una autorización para ofrecer el servicio de internet satelital en México.
Si bien es importante celebrar la llegada de operadores de talla mundial al mercado mexicano y que contribuyan a disminuir el déficit de infraestructura que constantemente mencionamos en este espacio, no hay que dejar de lado las particularidades del segmento al cual llegan.
Hago mención al respecto ya que pareciera que tan solo por el hecho de ser una compañía de Elon Musk, quien sin duda es un gran empresario y uno de los mas grandes disruptores de la tecnología en nuestra era, fuera a desbancar al resto de los proveedores de accesos de Banda Ancha Fija (BAF).
Hay que poner las cosas en contexto. De acuerdo con el IFT los accesos de BAF a diciembre de 2020, llegaron a 21.9 millones, de los cuales 40.6% corresponden a Cable Coaxial, 28.2% a DSL, 29.1% a fibra óptica y tan solo 0.09% a internet satelital. El porcentaje restante corresponde a otras tecnologías, entre ellas microondas.
Si, leyeron bien, tan solo había 20,418 accesos a BAF vía satélite a finales del 2020. Lo anterior no quiere decir que el internet satelital sea una mala tecnología o que no goce de la preferencia de los usuarios mexicanos, sino que, dadas sus características técnicas y comerciales, es poco viable sobre todo para el mercado mexicano.
Lo anterior no es un tema de tecnología, al contrario, hablar de tecnología satelital siempre va a ser hablar de tecnología de punta. Si hubiéramos tenido esta discusión hace una década nos hubiéramos encontrado con que su velocidad de descarga era de menos de 2 Mbps, sin embargo, actualmente, las velocidades están en un rango que van de los 10 Mbps hasta los 150 Mbps.
Entonces, si la velocidad de descarga es completamente competitiva y cuenta con una cobertura que puede ser superior a la de las redes terrestres, ¿por qué no tiene una mayor penetración? La respuesta es: el precio del servicio.
La oferta comercial del internet satelital empieza a partir de los $999 pesos al mes, dependiendo del operador que consultemos. Lo anterior sin tomar en consideración que la mayoría de estos planes incluyen una cantidad específica de gigabytes (GB) para descarga contenido.
Solo para poner las cantidades en contexto, de todos los usuarios de telefonía móvil (126.5 millones de líneas), el 82.1% son de prepago y, de estos, 25% recarga menos de $50 pesos al mes. Recargan $50 pesos al mes no porque con ello tengan suficiente, sino porque es lo que su restricción presupuestal les permite recargar y consumir.
Lo anterior hace que, por ahora, el internet satelital sea de nicho, es decir, para aquellos lugares donde no llega ningún otro tipo de infraestructura, pero sobre todo para aquellas personas y empresas que puedan cubrir el costo del servicio. En México, en aquellos lugares donde no encontramos ningún tipo de red de telecomunicaciones se ubican personas del ámbito rural y de niveles socioeconómicos bajos a las cuales les sería incosteable contratar el servicio de manera individual o sin una ayuda económica de alguna política pública.
Adicionalmente, Starlink tendrá que competir con algunos jugadores de la talla de Hughes, StarGo y Viasat, compañías con mucha experiencia y competitivas. Así que definitivamente este nuevo entrante estará participando en un segmento de nicho donde tendrá que hacer muchos esfuerzos por robar y crear mercado. Tan solo la marca Musk no bastará para arrasar en un mercado tan peculiar como el mexicano.
Por Gonzalo Rojon de The CIU: