Crítica – Pasajeros, un amor sin llegada ni retorno

Pasajeros

Uno pensaría que una película que tiene como protagonista a Jennifer Lawrence y Chris Pratt difícilmente fallaría pero Pasajeros (Passengers, 2016) se queda en un nivel muy tradicional y común en sus intensiones como para huir de su desgracia, la película dirigida por Morten Tyldum esquiva todas sus atractivas posibilidades trascendentales para ser solamente la historia de un amor que naufraga en el inmenso espacio exterior.

No es que sea un desastre pero Pasajeros jamás logra crear una odisea espacial memorable ni mucho menos ser una conmovedora reflexión sobre la vida, situaciones que buscaban ser explotadas en el guión a través del seguimiento del planetario viaje del Avalon, una nave espacial que transporta una tripulación terrestre que espera poblar un nuevo y lejano planeta. El viaje dura muchos años por lo que sus pasajeros son inducidos a un sueño programado que les garantiza llegar en perfectas condiciones físicas a la colonia espacial.

La trayectoria marcha bien hasta que el Avalon sufre una avería que impacta en las cámaras de sueño, haciendo que dos pasajeros despierten 90 años antes del final del viaje: Jim (Pratt) y Aurora (Lawrence).

*****SPOILER*****

Con una premisa muy imaginativa que pierde toda relevancia cuando el relato muta en un drama amoroso, Pasajeros desaprovecha cualquier oportunidad de ser una intensa meditación existencial al evitar la intervención del factor sorpresa para resolver el misterio relacionado con el daño en la nave, además carece de un sustento emotivo eficaz para acompañar el conflicto ético, moral y sentimental que lleva a Jim a despertar a Aurora, una grandísima debilidad si pensamos que sus motivaciones suponen ser las bases sobre las que se asienta el conflicto en Pasajeros: la soledad en un espacio y tiempo infinitos que acorrala a Jim y lo lleva a perder toda esperanza con el futuro anhelado, ese que lo llevó a tomar un lugar en el Avalon y que le esperaba en la colonia espacial, resignándose a una vida claustrofóbica, rutinaria y solitaria, donde la muerte es el único fin que se antoja posible.

Con semejantes líneas, Pasajeros no nos hace cuestionarnos sobre el desolado escenario ni colocarnos en la situación de infinita angustiosa emocional por el que pasa este par de personajes, el conflicto es tratado de la forma más desangela posible que resulta plano, colocando la historia romántica muy por encima del provocativo enigma vital de la vida, la frustración y la aceptación, privándose así de llegar a ser una exploración a la condición humana más certera.

Aunque el misterio se descubre muy pronto y se privilegia la historia romántica, Pasajeros es un espectáculo de efectos visuales de primera con un 3D que tiene sus momentos de lucimiento, una apuesta que confía su atractivo a las imágenes, en este caso a una armoniosa y cuidada fotografía a cargo del cinefotógrafo mexicano Rodrigo Prieto, a las atinadas y francas intervenciones de un Michael Sheen como el robot Arthur y la sorprendente aparición de Laurence Fishburne como el fantasmagórico Capitán del Avalon, así como un Chris Pratt y una Jennifer Lawrence que se revelan como una de las parejas cinematográficas más encantadoras de la actualidad.

Quizás no nos hable de nosotros, de nuestras dudas y temores sobre el futuro pero Pasajeros vale la pena verse, siempre y cuando estés consciente de que lo que verás es una historia de amor ubicada en el espacio.

Por: Aurora Alejandra Lomelí Pérez (@alejandraurora_)

Passengers – Pasajeros
Dirección:
Morten Tyldum
Guión: Jon Spaihts
Fotografía: Rodrigo Prieto
Actúan: Jennifer Lawrence, Chris Pratt, Michael Sheen, Laurence Fishburne
Fecha de estreno: 25 de diciembre de 2016

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