Uno de los problemas más comunes entre los diseñadores y que suelen causar duda y confusión se debe a la inexperiencia y algunos clientes ansiosos que inocentemente espera e incluso exige ver no una, sino varias soluciones a un problema. Esto puede incluir una serie de conceptos verbales o visuales, así como una gran variedad de propuestas de diseño, imágenes y propuestas de color, así como varias opciones de tipografías.
Necesita variedad para dar gusto a sus preferencias personales: “A ver pon este logo, con esta tipografía”, ¿Por qué no le pones el color de la propuesta uno a la propuesta tres”, ¿Y si colocas este encabezado, pero usando los colores de la propuesta dos? ¿A poco no les suena familiar este escenario? También es probable que insista en revisiones interminables, con plazos poco realistas: El clásico lugar común “Lo quiero para ayer…” con la consecuente perdida de tiempo.
Teóricamente, un gran número de ideas debería asegurar un gran número de opciones, pero estas opciones son esencialmente cuantitativos. Esta práctica es muy común y desconcertante ya que es una gran perdida de tiempo. Desalienta la espontaneidad, fomenta la indiferencia y a menudo produce resultados mediocres, poco interesantes e ineficaces. En resumen, las buenas ideas no suelen llegar en racimos.
Uno de las soluciones para combatir esta mala práctica consisten en hacer respetar tu trabajo, la experiencia es una de tus herramientas más importantes. Desafortunadamente los clientes ansiosos y con ganas de obtener mucho y pagar poco (aunque la mayoría de las veces al final acaban pagándolo caro), buscan a diseñadores recién egresados que necesitan aumentar su portafolios como sea y muchas veces trabajan casi gratis.
Sano consejo dictado por la experiencia: Huye como la peste de este tipo de clientes, la más de las veces lo que cobres (si llega a pagarte) no se corresponde con el tiempo invertido.
Gracias a Moccablog por la inspiración para escribir este post.