Hace un rato, fui a mi casilla para ir a votar, había una fila considerable y arde unos 30 minutos en sufragar. A pesar de mi carácter apolítico, debo admitir que me senti emocionado, francamente aún me produjo cierto placer ejercer este derecho. Por o que he leído, este escenario se repite en todo el país. Esperemos que la tendencia se mantenga y el abstencionismo no sea el gran ganador.
La verdad es que tras a larga campaña y la saturación de política en prácticamente cualquier medio, resulta que los mexicanos aún creemos en la democracia.